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Fue un día de mayo cuando para María y José llegó la primavera. Las flores se abrían con la fuerza de su atracción y los árboles se mecían con el fuego de sus caricias. Para ellos, solo existían los dos y estaban en esos días en los que creían que nada, ni nadie podría separarlos. Caderas en movimiento, besos similares al fuego, con un brillante sol que iluminaba sus más grandes ilusiones.

La magia seguía y el verano apenas comenzaba. Las llama de la pasión se incrementaba y en tiempos como esos la ropa sobraba. No había día en que no quisieran estar juntos y gritaban su amor a los cuatro vientos. El futuro, era incierto; pero ellos no lo veían porque solo pensaban en el “para siempre” y en la eternidad.

Pero como siempre, la primavera y el verano pasan. Con dos años de haberse encontrado empezaron a caminar en terreno desconocido. Las hojas de los árboles que antes eran verdes, se volvieron marrones y empezaron a caer. José se dio cuenta de que María tenía rabietas incontrolables y la mujer se percató de que él era muy picaflor. ¿Eran el uno para el otro? En medio del otoño lo estaban dudando.

Las flores se marchitaron, pero la ilusión y el recuerdo de la grandiosa primavera los hacía mantenerse juntos. Sin embargo, el invierno se aproximaba y lo que antes era fuego, en hielo se convirtió. Eran desconocidos el uno para el otro y lo que antes los mantenía unidos, ahora los separaba. María odiaba el sentido de humor que tanto le atraía de José; mientras que este detestaba aquella sonrisa antes radiante que ahora le parecía hipócrita.

Pero con el invierno, los cuerpos necesitan mantenerse calientes y a pesar de todas las adversidades estas dos personas aún recordaban con añoranza aquel viejo amor. Así que un día decidieron mantenerse juntos. Se olvidaron de lo que eran “ayer” y empezaron a buscar lo que les atraía del otro “hoy”. En medio de la tormenta de hielo se tomaron de las manos y arriba, en el cielo, empezaron a divisar los primeros rayos del sol.

La primavera regresaría y ahora María y José sabían que el amor entre dos, era una continua decisión. El otoño y el invierno regresarían, pero al menos, ellos ya estaban preparados.