Nuestro sueño









Lo recuerdo, puedo verlo en este preciso instante.
Ese día que con tus pequeñas manitos me dijiste que querías conocer Milán. En ese momento me pregunté de dónde habías sacado esa loca idea, y hoy me percato de que fue por el cuadro que estaba en la sala.
En el cuadro se veía un dibujo de la catedral. Aquel hermoso edificio blanco y gótico donde prometimos pasear.
Hoy lo recuerdo mientras sostengo mi abrigo con fuerza, aunque debo aclarar que lo recuerdo cada día de mi vida; después de todo era nuestro sueño.
Un sueño compartido.
En este momento seguro estás caminando por las calles de la ciudad mientras sonríes y observas todo con curiosidad.
Algo me dice que vas a dejarme, pero me aferro a que te mantengas conmigo. ¡Por favor! No quiero que vayas a Milán sin mí, al menos piensa en llevarme contigo.
¿Recuerdas que te prometí que iríamos juntas? Solo tú y yo mi pequeña.
Ese día, cuando ibas a salir de casa con un vestido negro que casi no te cubría las piernas te dije: «¡Ve y cámbiatelo!» De mala gana obedeciste y te fuiste refunfuñando.
Hoy me tiemblan las piernas al pensar que quizá ese es el último recuerdo que tendrás de mí. «¿Por qué no pude decir algo como… Te quiero mi pequeña?» «¿Por qué no te abracé y te recordé lo importante que eres para mí?» «¿Qué hubiese pasado si?» Son algunas de las tantas preguntas que me hago al pie de tu cama.
Esa tarde no regresaste.
Esperé mientras observaba el reloj en la sala mientras pensaba en el regaño que iba a darte «con 17 años no puedes hacer lo que se te venga en gana Elena» «primera y última vez que saldrás». Qué ilusa fui.
Tú nunca hubieses llegado tarde.
Poco después de las dos de la madrugada me llamaron informándome de un atentado, alguien había entrado a un bar y disparó a todos los presentes. En ese momento no me importó que hubieses desobedecido mi advertencia de NO ir a bares. Solo quería que me dijeran que estabas bien.
Perdiste mucha sangre, los oficiales me dijeron que no te dio tiempo de correr. «Debe alegrarse probablemente ella tenga una esperanza, muchas otras personas murieron». ¿Se supone que debía estar alegre por eso? ¡Mi hija se está muriendo!
Ahora, tu rostro pálido solo me da una señal que no quiero ver. Algo en el fondo me grita que vas a dejarme, que te irás a Milán sin mí, que volarás y recorrerás las calles en medio de risas. Serás libre mi hija querida. Pero si tú te vas yo quedaré presa en una cárcel de agonía, si te vas probablemente no pueda levantarme.
Mi único motor, mi único motivo para luchar cada día eres tú y solo pido, mejor dicho te ruego que no me abandones. Aun tienes mucho por vivir, tienes mucho por sentir y tenemos un sueño que cumplir.
Nuestro sueño mi Elena.
—Señora… ¡Señora!
Secó las lágrimas que corren por mi rostro y observó al doctor, sé lo que va a decirme y mi corazón se detiene al instante.
—Su hija reaccionó al último tratamiento, necesito que salga para que me permita revisarla por favor.
Mi boca se abre incrédula ¡No lo creo!
—Irá a Milán con usted se lo aseguro.
Abrazo al hombre de pelo canoso y un llanto de felicidad sale de mi garganta, no me importa haber hablado en voz alta, en este momento solo puedo dar gracias.

Te amo Elena.


Publicado en Wattpad en obra "Son relatos y canciones" 
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